martes, 17 de junio de 2008

PALABRAS DE BARRO

Poema I

Mi voz en medio de la noche, moribunda,
luchando en las cavernas del tiempo
donde el sol apenas penetra
y sus paredes cubiertas de musgo
buscan una luminosa esperanza que esclarezcan sombras,
permanezco bajo la noche, sin margen,
con breves claridades en cuentagotas,
siempre quedan retazos dispersos
como archipiélagos en medio de la nada
entre frondosas nieblas sin memoria,
cuando el crepúsculo se torna melancólico
las ocultas ilusiones afloran por sinuosos senderos,
recuerdos imborrables gimen por sus cunetas.


Gritaría como un loco poseso
cuando en tibias cenizas se convierte
y veo amortecidas tantas plegarias
que citan el predominio final de este silencio.


Gritaría de rabia, sin duda,
sino albergara un rescoldo de esperanza.


No,..... Pero no grito
el llanto se congrega en mis pesados parpados
donde fluyen los ríos que anegan mis cosechas
mientras la mortecina niebla se adueña de mi alma.

Sino albergara un rescoldo de esperanza
no, no gritaría de rabia,
sin duda, enmudecería para siempre.


Poema II

Siento ese rumor, penetrarme
como un mar sin fronteras
con la luz del crepúsculo cruzando mi pecho
con las sombras vestidas todavía de alguna transparencia
con la turbulencia de un ciclón,
remueve mis posos ancestrales
y me azota contra el humano bloque de las apariencias,
nada es lo que parece, en el horizonte...ni en el corazón...

Nadie me advirtió del peligro
que encierra tanta ensoñación en sus distintas fases
ni del bosque de silencio con sus adormideras,
intenté subir a lo más alto de mí,
me embriagué de engreimiento,
el rumor de mi doliente océano
atronó mis oídos y enmudecí...


sintiendo el rugido del mundo
y el vacío entre mis manos.


Solo soy una vida que vaga bogando entre nubes.


Poema III

Soy ese grito retorcido en mi interior
retumbando en mi frágil cordura
muriendo dentro de esta condena,
de esta lucha sin sentido,
mis ojos se llenan de yedra
su raíz socava mi sangre y mi llanto
esparcido sobre mis sueños
abortados en mil pedazos fríos
sobre este cuerpo, mordido,
sobre esta doliente herida insana
que ignoramos con una ceguez espantosa.


Soy ese cuerpo corroído
que para vivir se esta destruyendo
se está descomponiendo en polvo estéril
cuerpo que no es, sino llama doliente
reflejo eterno de la voraz desesperación
del ansia sin horizontes, del hambre
de estas perniciosas verdades sin conciencia
que flotan energúmenas en dilatados silencios.


Poema IV

Esta muda conspiración de la existencia
me lastima a ráfagas de vértigo
me anega entre brumas sediciosas
y deshilachados jirones latentes.


Un vago sentimiento soy, tendido al sol;
expuesto al mordisco de la vida
se estremecen mis alas entre tus sueños
y me pueblo de voces atemorizadas
quebrando el silencio infinito de mi interior.


Suavizo los lomos de estos versos
los extiendo crucificados sobre la piel,
pero el reverso siniestro palpita obstinado
siento su llama abrasarme,
su trágica ponzoña verterse
llenando este vacío, entre marañas de gritos
de esa masa oscura latiendo.


Ese poso infame en el que ahonda tercamente la esperanza
los resentimientos, las nauseas moribundas,
y sé que poco a poco voy muriendo
con las manos en los bolsillos
con largas estelas de horas muertas
y bostezos sin sentido.


Poema V

Cuando miro ese cielo plomizo, callado
azul pálido y frío, sonrojado,
esas nubes vagas, perdidas
mi sangre se agita apresurada
retumba y golpea mis cimientos
con ese aire enfebrecido de recuerdos
enredándose vaporosamente sobre mi cuerpo
salpicando de sueños hasta los últimos recodos
mojando de tristeza mi polvoriento ser.


¡Qué denso este silencio
que va devorando mi espesura!


¡Cuánto he amado entre sus aguas!


Y no es poco el silencio cuando llega el invierno
la mente acumula el hielo con usura
cercando con su frío el corazón.


Estoy cansado, más que cansado lúcido de vida
y la vida se repite como una noria.


Sé que tengo que marcharme, el lugar poco importa
si solo tengo la vida ya vivida
y un montón de piedras en los bolsillos.


Poema VI

Un niño de sonrisa cruda vive en mí
respirando el olor de la sangre materna,
es amargo mi corazón rosado.


Heridas que abren, reabren
con hilos incandescentes las coso.


Puedo cerrar los ojos, oír lo que dije
detrás de las voces, de las palabras encerradas
brota el rojo amargo, las cicatrices,
que deletrean nuestra lucha diaria,
la oscuridad que vaga detrás,
los hilillos de luz que no logran penetrar
en la densidad del tiempo; la vida se va;
fabricando con aplastante resolución
las formas rápidas y convulsas del olvido
y en el aire solo queda el olor a carne quemada.


Se evapora nuestro trocito de cielo
y apenas un murmullo brota de despedida
la voz se resquebraja desahuciada
sordamente se ahoga en la garganta
se asoma a mis ojos cavernosos
y observa la locura sin nombre,
humana, indescifrable, ciega.


La vida se va, en un feroz suspiro
entre la depredadora nada
y tu ahí apoyada en el quicio de la ventana
viendo pasar los días, el tiempo.


Poema VII

Entre rimas y desolación
aparecen y desaparecen sentimientos,
con los pulmones acuestas
la vida es trágicamente tenebrosa
ni aunque le des pedales, te escapas a su mordisco
a veces sabroso, a veces mortecino.


Los días caen dentro de las noches, despeñándose,
quemándose entre las brasas oscuras
que tejen los hilos más sinuosos
que mueven nuestros andares entrecortados,
a veces pienso en la lluvia;
me escurro entre ella a ciegas
gravitando ilusiones a mi alrededor
encuentro esa terca realidad amarrándome al momento
y en el fondo,...en el fondo
el corazón descompuesto sangra lentamente
en un instante eterno, la vida tiembla,
se agarra a adornados mástiles iluminados
y recibe la violenta sacudida del desengaño
despierta un torrente de pequeños recuerdos
y un pequeño hilillo surca la cara
algo parecido a una lágrima.


Poema VIII

Sentir la voz entre las aguas del sueño
entre la depredadora noche, inexpugnable,
surcada de moradas tinieblas
perderse en un eco tan profundo,
tenuemente ladrando a la luna
entre peldaño y peldaño
sentirse huérfano, mudo,
transformado en campo de ceniza,
en quebradizo barro solitario,
veo consumirse la existencia
en un estúpido grito a pulmón abierto,
sentir tan cercana la locura
sus quebradizos dedos anudándose
sus raíces espinosas entroncadas en los pies
su alargada y terrible noche infame.


Desabrochas una vena y comienzas a delirar
la soledad envejecida, gimiendo
repartiendo sombras y sordos desamparos.


Agitas los ramajes más tiernos
y la inocencia del despertar, vive en ÉL,
en el sueño de la vida esparcido por la tierra.


Poema IX

Encerrada en mis pasos sigue la noche oscura.


Las lluvias estancadas cubiertas de musgo,
las voces golpeadas llenas de horror
enlazando frágiles palabras de humo.


Respiramos los gritos de la piel del mundo
que hieden desesperanzas
sobre nuestras manos sordas
y nuestros cuerpos alimentados de miseria,
pongo sobre los ojos mis manos cuajadas de llanto.


Mas allá de todo lo humano
se mueve el brillo opaco de la agonía.


Mi voz arrollada en la tristeza
de una voz corrompida de neblinosos recuerdos
de inhumanos balidos degollados.


Mis ropas pesan más que mi cansancio
en este desierto mundo de latidos.


Las enfermas risas enturbiando las orillas,
si la muerte no fuera tantas veces leída,
si en mi alma sus paredes fuesen blancas,
besaría esas dichas enterradas en vano
sentiría la luz entera de la mañana entrar,
y no caerán mancillados los días
ni las eternas noches de insomnio
del hermoso cielo que habita sobre nuestras cabezas.


Poema X

Quiero dejarte oír, sentir ,
la profundidad del alma salvajemente golpeada
por las visiones espartanas de la inmensidad
el latir del corazón agitado soporiferamente
por el veneno del sueño de la vida
ese poso fermentando sobre ojos atormentados,
el vómito del mundo entre las manos
y los dedos en su boca, atónitos
lloviendo sin latitud el dolor más eterno.


Pero no,...se cubrirá de auroras
se abrirán ventanales, blancos de ternura
y las semillas se desparramaran sobre la conciencia
germinará el profundo silencio kármico,
locos de eternidad, ebrios,
los pies de la esperanza danzarán
sobre el tiempo esculpido de luz
y los campos sembrados de anhelos.


Poema XI

Sabéis que vuestra osamenta
está expuesta a un continuo expolio,
que de nada sirve encorsetar emociones,
las esquinas salpican lágrimas
reconocen un guiñapo desaliñado
no tengas vergüenza de tus descampados.


A esos cuerpos de horas de hojalata
que recobran la vida en basureros municipales,
susurros que caen por el despeñadero
serán el refugio preciso de acciones impías,
antes que las palabras recobren su mutilado espesor
deambulan gramáticas de sueño y olvido
la confusa palidez del deseo que las esculpe
y las rosas olerán al henchirse de plegarias,
cuando se ha omitido el ardor
con que conquistamos nuestro trozo de cielo.


Ahora que por fin se acabaron los ocasos
sepultamos los cuerpos invisibles de la noche,
estiro las piernas sobre los días
y llevo un bocado de vida, a mi boca.


Poema XII

Cada ser se acerca a su apariencia
a través del olvido de sí mismo,
mientras los pies buscan destino
ponen fin a los pasos por las orillas infinitas
de la confusa palidez de las palabras
del deseo que las esculpe,
del impetuoso ardor que va declinando
descubriendo las manos llenas de hojas,
las palabras ahorcadas sobre el papel,
fosforescentes colocadas en la oscuridad,
dibujando una falaz belleza en la penumbra,
arden en la búsqueda absoluta de un desordenado inventario
donde deliberar el futuro de nuestros huesos,
el juego de adivinar a dónde vamos conducidos por la sangre
que visita la noche envuelta en su locura de trapos ajenos.


¿Podrán agitarse por fin las borrascas
sobre la mesa aún repleta de sentimientos?


Para que otros sopesen los días que vengan
las piedades de una luna hecha con polvos del alma
los pájaros que vuelan en busca de un Dios que huyó horrorizado,
mirando, con la calma de un desheredado,
sobre las profundas y dilatadas aguas del mar
comprenderemos los límites de toda verdad,
nuestro viaje a la nada.


Poema XIII

En el jardín de las ausencias
un borbotón de luz asoma
desnudo ante los perfumes del amor.


Despertamos con la sal en la piel
con la boca llena de tierra
huyendo hacia los lugares que la razón omite
con la fe peregrina a cuestas,
cuando la lluvia salpica las botas
las palabras se esfuman entre el humo
bailaré sobre las cenizas de las lágrimas
echaré los justos fragmentos a la pira de los días
los despojos de nuestra vida.


Nos arrastraran hacia un mar embravecido
donde surgen las alargadas sombras
y permanecen extenuadas entre soliloquios aburridos
donde naufragan en nuestros ríos de ceniza.


Maneras de vivir,... ¿qué hay sin dolor?...


Quitas o agregas espumas al rocío
según tu ventana interior se oriente
mientras la caja de música ausente se apaga, a lo lejos,
aunque sea un pájaro a la deriva
o al menos una piedra pulida...que contenga tanta sed
estos vaivenes repentinos que acosan,
recobraré la vida y la ilusión en los campos sembrados,
de un instante, de cada instante.


Poema XIV

Todo huele a sueños quemados
entre la brusquedad de la almohada terrena,
los planetas no dejan de girar sobre sí mismos
mientras bebemos nuestro cupo diario de veneno,
solo la suspensión momentánea de lo visible
puede construir una ensoñación alucinada,
ahorrarás sangre al tiempo
cuando en abandonada pudrición avance
en esos pequeños momentos extraviados
desdeñados al lado de los zapatos,
esas pequeñas hogueras que escriben epopeyas
de todo un pasado quejumbroso que apenas se sostiene
en el espacio polvoriento abrevado de palabras.


¿De qué sirven esos signos impíos?


Meros trofeos cargados de inviernos tristísimos
de espesas sombras incapaces de determinar su significado
aquellas que te abrazan como unánime materia
ahorrando caligrafías al aire desnudo
con el que dilatamos los días, el tiempo,
en un acolchado discurrir sin sentido.


Poema XV

Las horas se ausentan de sí,
eluden referencias a las pestes cotidianas,
se derrumban repletas de ansiedad
como un lamento en el rompiente
que surge del contacto entre el filo y la carne.


El tiempo alimenta de alpiste la agonía
retuerce las paredes de las estancias
los silencios enjugados en la nada,
se alargan las agujas de los relojes negros,
amarillentas parecen las horas sin patria,
en las cifras muy lentas del hastío
se desperezan las angustias
abren sus ojos turbios
y encienden velas los absurdos.


El pienso de los días
desparramado entre los pies desnudos del viento
las horas se amotinan violentamente en el horizonte
ponen cerrojos a las ausencias
revelan la crueldad de lo insobornable,
el tiempo, tatuado sobre la piel en carne viva
diseminando, segundos, minutos, sin despeinarse.


Poema XVI

Por detrás de cada beso
hay siempre un dulzor de piedras que ruedan
marcadas por la estrechez de nuestros labios.


Reclinamos nuestros cuerpos rodeados de alcanfor
hacia la fruta más dorada y tierna,
¡el olor de ese cuerpo que se resiste al fuego!


Qué hermosa es la flor del cerezo
en el asedio y el perfume de sus frutos.


¿Qué esperanza enarbolas en tu cándida llama?
En la conquista de tu frugal paraíso.


Mariposa eterna de la entrepierna
con qué voluptuosidad redimes los pecados,
la sed que me distingue del animal que habito,
derrites mi sangre entre tus partes más sabrosas
donde el cielo encuentra la desnudez de las estrellas,
la profundidad de tu alma cayendo entre mis manos
desnuda de imágenes y palabras
bajo el cielo llovido de esperanza.


Envuelta en tu vestido de besos, te acaricié,
enterré mi lenguaje de rocío entre tus ojos
porque no sentías mi nieve de pasiones,
con lágrimas y esperma pinté tus nubes
empapelé tu invierno con hojas de mis manos,
te amé con el ardor de la lava en mi piel
pero dejaste en mis manos el gamo de tu sombra
un sueño engacelado de recuerdos.

Poema XVII


Los gemidos cantan la soledad envejecida
el mirar vicioso en la espera de algo
que sostenga en el ser un áurea inútil,
el corazón llagado de esperanzas.


¡Hemos llorado tanto mi soledad y yo!


Entre el agua perturbada del reposo
se necesita lavar la ropa sangrienta de suspiros,
abrir la ventana del ennegrecido suelo
llena de butacas vacías
donde los huesos bostezan camino de nada.


Tener fe en la esperanza sin apenas ilusión
en este barco negrero que es la vida,
siempre a bordo, esclavo de uno mismo.


Si se pudiera cambiar de brillo la tristeza
dibujada en la arena infinita del tiempo,
los ojos no se estrellarían contra el cielo
ni dejarían la ceniza en cualquier callejuela,
copularía en el lecho caliente del asfalto
a la sombra de prisiones brillantemente iluminadas
de bloques parpadeantes hincados en el cielo...


Donde la soledad baila con tacones
y se viste de transeúnte e insomnio,
de secas alas de silencio.

Poema XVIII

Ahora, tímidamente sonámbulos,
paseáis a lo largo de vuestros corredores
suspiráis en vuestros agujeros negros
tocáis vuestras viejas paredes, agrietadas,
despintando sucios desalientos fríos.


¿Cómo podéis vivir detrás de vosotros mismos?


Con los ojos enarenados de implacables rutinas
de la visión desnuda de las palabras
de esos vagos signos plenos de llanto.


Extendéis vuestros brazos en el silencio
caen sobre vuestros cuerpos sin respuesta,
mientras vuestra carne mortal
recoge la blanca limosna de la vida,
os dejáis arrastrar por la gracia del viento
por los émbolos de ondas cerebrales,
muchedumbre que sois como marejada y espuma
traída una y otra vez sobre la arena del existir,


Poema XIX

Escuchar la voz velada
callada de tanto aullar
muerta en el silencio inodoro
de un poema sin huella,
su rostro en el olvido se cae
no hay llaves para lo caído
ni pañuelos para secar estrellas.


Poema XX

La vida va sacudiendo lentamente la alfombra
un rebaño de ácaros se baña enfermo
entre el polvo inhumano del olvido
entre telarañas mugrientas, extraviadas.
Deshilachada alfombra llorando nidos
al microscópico soplo genital.
Alguien nace o acaso un exceso
acumulando quimeras en el aire,
que caiga un color esperanza
tras nuestras legañas más humanas
que se abran de par en par como una fruta herida
como una puerta que nada oculta
bajo el diente desgarrado de un mordisco.
¡Otra vez lacerados¡
la vieja sonrisa frente al espejo,
nada suena mejor que el silencio
entre las bragas húmedas de una noche sin estrellas.

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